Las diez mentiras más extendidas sobre el vino rosado

 

Diez tópicos españoles sobre los vinos rosados que navegan entre la ignorancia y los prejuicios machistas y chauvinistas

1. El rosado es una mezcla de vinos tintos y blancos

El rosado nunca ha sido, ni en origen ni en la actualidad, una mezcla de vinos para rebajar el sabor y el color, tal como reza el mito tan extendido. Sí se puede elaborar con prensado conjunto de uvas tintas y blancas, e incluso una mezcla de mostos, pero su esencia no reside en este hecho, que por otro lado se aplica a tantos otros tipos de vino. El proceso de elaboración del rosado implica, en cambio, que tenga poco contacto con los hollejos, que son la pulpa y la piel de la uva.

Mientras que en los vinos tintos el contacto con el hollejo se prolonga durante días, a veces casi una semana, en los rosados dicha mezcla se mantiene durante un máximo de 24 horas, después de las cuales el mosto se retira en un proceso que se conoce como ‘sangrado’. Este mosto es el que se fermenta y del que se obtiene el vino rosado. Es un producto con menos color, menos ácidos grasos y menos polifenoles, que por tanto tendrá menos resistencia al paso del tiempo.

Esto no quita que en algunas épocas se haya practicado la mezcla de mostos para hacer un rosado y que dicho proceso sea totalmente legal, pero la mayoría de bodegueros que buscan rosados de calidad lo desechan por el poco control que permite sobre la elaboración del producto final.

2. El vino rosado es cosa de mujeres

Esto es tan cierto como que a las mujeres les encantan también los tintos y los blancos porque tienen el mismo paladar que los hombres. El machismo tradicional ha adjudicado a los rosados un cuerpo rebajado y ligero que se ha asociado con los gustos femeninos, pero lo cierto es que los rosados tienen un cuerpo superior a los blancos, por ejemplo, y que pueden aportar sabores tan interesantes como un tinto bien elaborado.

3. Se utilizan las uvas de peor calidad

Es la derivación de la primera mentira: como son mezclas de vinos, usan los de peor calidad. Lo que ocurre es lo contrario, ya que los vinos rosados son más delicados que los tintos al tener menos sustancias antioxidantes que los protejan de reacciones y contaminaciones. El vino rosado bueno requiere uvas de la máxima calidad y mayor higiene en el proceso de elaboración, así como los cuidados más atentos de los enólogos.

4. Los rosados son bajos en alcohol

Verdad a medias: muchos rosados secos actuales buscan el grado alcohólico para asegurarse la fermentación de todo el azúcar y evitar que el vino sea excesivamente dulce, si bien existen rosados con un toque dulce, al igual que pasa con los blancos. Así, muchos alcanzan los 14º e incluso más.

5. No marida con ningún tipo de comida

El rosado es un vino ideal para ir de tapas, siempre que no se coman carnes, y sobre todo para las comidas relacionadas con el arroz, desde paellas a comida asiática, ya que su punto ácido compensa en la boca el alto nivel de hidratos de carbono de este cereal.

6. Es una bebida de ‘guiris’ que no aprecian el tinto

Es cierto que es un tipo de vino más apreciado fuera de nuestras fronteras que en casa, sobre todo en Francia, donde destacan sus rosados provenzales, y en Estados Unidos, que tiene una larga tradición desde los años 40 del siglo pasado. Pero la demanda de rosados ha crecido en España en los últimos años a remolque de las modas internacionales, que los reclaman como referencia. Si aquí no se consume más es porque vamos tarde.

7. No hay rosados de calidad en España

Por alusión del punto anterior, lo cierto es que numerosas bodegas de La Mancha, Navarra, Valladolid, Alicante, Valencia y sobre todo de la Rioja están elaborando rosados de calidad porque se venden y se pagan muy bien en el extranjero. De hecho, España es el tercer exportador mundial de vino rosado. Pero este hecho no impide que aquí también podamos disfrutar los vinos de estas bodegas sin el mayor problema.

8. Rosado y clarete son una misma cosa

El concepto ‘clarete’ en España se ha aplicado muchas veces a las mezclas de vinos tintos y blancos para hacer un vino de tapeo de menor cuerpo y color, que suele ser de calidad dudosa. Pero estos vinos no tienen nada que ver con el concepto profesional de los rosados actuales, como se ha explicado en el primer apartado.

Por otro lado, el origen del clarete está en Francia, donde se realiza desde el siglo XVII el ‘Bordeaux Clairet’, un vino más pálido y ligero que los tintos clásicos, que se obtiene por la separación del mosto y el hollejo antes de tiempo.

9. Los rosados son todos iguales

Hay numerosos tipos de rosados en función del momento en que se aplica el ‘sangrado’ o los tipos de uva que se escoge, que a veces son variedades de uva blanca. Pueden ser vinos con un punto dulce o bien ácido, que recuerden más los aromas del tinto o bien la ligereza frutal de muchos blancos. Por ejemplo en Georgia se elaboran los llamados ‘vinos ambar’ por una prolongada maceración del mosto con el hollejo procedente de una variedad de uva blanca de muy poco color.

En la Lorena elaboran el conocido como ‘vino gris’, utilizando la variedad Pinot Noir y aplicando un sangrado casi inmediato. En Estados Unidos se elabora el ‘vino ruborizado’ con variedades de uva tinta y un sangrado inmediato. En Francia se hace el antes citado ‘clarete de Burdeos’.

10. El rosado es para la gente a la que no le gusta el vino

Muchas personas dicen esto en base a que se trata de un tipo de vino que generalmente no obtiene calificaciones de los grandes críticos, pero lo cierto es que se trata de un producto que dura poco más de un año y por tanto se hace difícil recomendarlo a largo plazo. De todos modos en los últimos años los rosados más destacados comienzan a aparecer en guías como la Peñín o entre las recomendaciones de Robert Parker.

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