El viñedo puede ser afectado por accidentes climáticos, tales como el efecto de altas o bajas temperaturas, heladas de primavera u otoño, viento, granizo etc…Todo ello puede echar a perder una buena cosecha.
Ciertas condiciones climatológicas son la pesadilla de muchos viticultores, tanto por los daños que directamente ocasionan en el viñedo como por el hecho de favorecer posteriores ataques de parásitos, de manera que pueden originar importantes pérdidas de rentabilidad, llegando incluso a limitar el cultivo de la vid. Entre estos accidentes climáticos destaca el granizo, que, aunque puede presentarse en cualquier momento del año, se registra principalmente en primavera y verano.
Las heladas son otro enemigo del viñedo y que puede aparecer en varias épocas al año. Las heladas otoñales, si la temperatura baja a -2 ó -3 °C, las hojas se desecan parcialmente, pero los racimos permanecen intactos. Cuando la temperatura disminuye más de -6 °C, no sólo se produce el secado de las hojas sino que, en caso de que las uvas estén maduras se produce la pérdida de agua de éstas por alteración de las membranas, aumentando la concentración de azúcares, solamente sirviendo éste para vinos licorosos. Si, por el contrario, las uvas están maduras en forma incompleta al momento de la helada, se produce un color tinte rojizo en estas alterándose el sabor de los vinos elaborados. Son heladas que para algunos tipos de vino como hemos visto son hasta benignas.