Curiosas historias sobre el nombre de las uvas tintas
Las uvas con las que se hacen los vinos que bebemos todos los días suelen tener nombres cuyo origen se remonta a muchos años atrás. Algunos son más serios y otros ocultan peculiares historias. Y a los enófilos nos gustan esas historias, porque el vino trae consigo todo un mundo que va más allá de llevarse una copa a los labios.
Por eso, para que tengás algo que contar en el asado del domingo (¿), va esta selección sobre uvas tintas cuyos nombres ocultan curiosas historias.
Cabernet Sauvignon: El nombre del Rey de los varietales tintos no tiene un origen muy claro. Para muchos “sauvignon” deriva del francés sauvage, que significa salvaje, ya que durante mucho tiempo se la considero una vid salvaje nativa de Francia y cuyo pasado se remontaba a la antigüedad. La tradición la asoció a la uva Biturica, la más apreciada para hacer vino entre los romanos según la describe Plinio el Viejo. Tan aceptado estaba esto que incluso pasada la Edad Media en Francia se la conocía con el sinónimo de PetiteVidure o Bidure, derivaciones de Biturica, aunque también podría derivar de vigne dure, que significa vid dura haciendo referencia a su dura madera.Nunca se pudo certificar la asociación directa con la Biturica de Plinio, pero curiosamente en Italia hay un corte de Cabernet Sauvignon con Sangiovese que se conoce desde hace mucho como “Predicato di Biturica”.
Merlot: Se cree que su nombre es un diminutivo de merle, el nombre francés del mirlo, en referencia al color oscuro de las uvas. La mención más antigua conocida de esta cepa se remonta a 1784 como Merlau, también en referencia al pajarillo, y para 1824 se lo nombra como Merlot en un artículo sobre vinos del Médoc. Allí no se habla del color del pájaro (que es negro y no azulado como las uvas) sino de su afición por comer las bayas maduras.
Malbec: el nombre de nuestra cepa de bandera no tiene un origen muy cierto. En Francia gozó de mucha popularidad en la Edad Media y tomó muchos nombres, tantos que el ampelógrafo Pierre Galet llegó a contabilizar unos mil sinónimos. Durante años se popularizó que Malbec significaba “mal pico” o “mala boca”, debido a cierto sabor amargo que desarrollaría en su región de origen, algo difícil de creer si el vino era tan popular. Estudios un poco más serios hablan de un húngaro de apellido Malbeck que ayudó a popularizar la cepa por Francia y hay mucha documentación y viejas etiquetas que usan su nombre así.
Sangiovese: la uva tinta más famosa de Italia tiene, no podía ser de otra forma, un origen latino:sanguis Jovis, literalmente “la sangre de Jove” o “la sangre de Jupiter”, la máxima deidad romana. De acuerdo a la leyenda su nombre lo acuñaron los monjes de Santarcangelo di Romagna, en la región de Emilia-Romagna, pero se especula con que se remonta al Imperio Romano.
Syrah: debe ser una de las cepas con más teorías detrás de su nombre. Veámoslo con detenimiento.
Su leyenda la relaciona con la ciudad iraní de Shiraz (de hecho con ese nombre se la conoce en Australia) de donde provenía un vino muy valorado en la antigüedad. De allí habría pasado a la región francesa de Rhône a través del puerto griego de Focea, aunque la hipótesis no se sostiene porque la uva no dejó rastros intermedios.
Otra tradición muy arraigada sostiene que su origen estaba en Siracusa, de donde las legiones romanas del emperador Probo la tomaron hacia el año 280. Sin embargo, otra vez nos hayamos con la falta de pruebas ampelográficas y documentales.
En el año 2000 los profesores CaroleMeredith y Jean-Michel Bourisquot demostraron a través de estudios genéticos que el Syrah es de origen francés, una cruza de Mondeuseblanche y Dureza, dos variedades hoy prácticamente extintas. Esto certificaría su origen europeo y no entraría en contradicción con la descripción que hizo Plinio el Viejo de una uva de piel oscura en la zona y que él llamó Allobrógica, para muchos la primera referencia al Syrah.
Esta uva está rodeada de mucho romanticismo, incluso se dice que podría ser el componente principal del vino de la Última Cena, pero otra vez son solo especulaciones.
Autor: Ariel Rodriguez