La mineralidad se define cómo el conjunto de aromas, sabores y texturas que están presentes en ciertos vinos. Autor: Daniel Hernández
Queridos amigos, esta semana abordaremos uno de los aspectos vinícolas que generan mayor polémica dentro del sector, la mineralidad. ¿Mito o realidad, que se esconde tras este concepto? ¿Nos encontramos ante el Santo Grial de la expresión Terroir o por el contrario es una herramienta de marketing muy bien elaborada? Sin más, entremos en materia.
Contemplado como un indicador de calidad, podríamos definirla cómo un conjunto de aromas, sabores y texturas que están presentes en ciertos vinos. El término es relativamente reciente y ha sido adoptado por productores, elaboradores y escritores vinícolas en general. La principal controversia consiste en intentar descifrar si es una característica asociada al terreno donde es plantada la vid o se consigue por los procesos de vinificación.
En la actualidad, y habiéndose llevado a cabo diferentes estudios relacionados con la materia aún no existe consenso. Hay quien la relaciona directamente con climas fríos, donde obtenemos vinos con un pH bajo y una acidez alta, también con determinados tipos de suelos, como los de Chablis, con esas características obtenemos vinos con un perfil muy característico, dónde los aromas a sílex, humo de cerilla… nos dan la tan buscada mineralidad.
Otros atribuyen el manejo de diferentes técnicas de vinificación y de su gestión en bodega como las responsables del acento mineral en el resultado final, la prolongación de la crianza sobre lías, manejo de sulfuroso, control de levaduras, maceraciones concretas y estilos de crianza y maduración nos pueden dar como resultado un vino que obtendrá mayor éxito en el circuito comercial, sea como fuere, la mineralidad está a la orden del día y la obtención de vinos con ese estilo nos pueden garantizar la conquista del mercado.
Como en todos los debates siempre habrá opiniones (y opciones) para todos los gustos. Unos lo asociarán al terruño con la idea de proteger una región o viñedo concreto y otros lo relacionarán con sus técnicas enológicas para defender sus productos frente a la competencia.
Sinceramente, y siendo fiel a mi estilo, intentaré ir un paso más allá, para referirme a la autenticidad. Tomaremos como punto de partida la mineralidad para así entrar en el terreno de la sensibilidad emocional, aquella que a través de un viñedo o gracias al saber hacer del enólogo de una determinada bodega es capaz de ofrecer al consumidor un producto que colme todas sus expectativas, único y capaz de mostrar toda la fuerza de una región o la personalidad del artista que le ha visto nacer. Sea entonces bienvenida la mineralidad como argumento hacia la comprensión total del concepto terroir, de todo el proceso de vinificación y el impacto de ambos en el resultado final y en nuestra copa. Brindemos por una nueva era en el mundo del vino.