¿Estás de vacaciones de Semana Santa, lejos de tu bodega de cabecera –o peor, de cualquier bodega– y tienes la imperiosa necesidad de tomarte un buen vino? La solución puede estar en el supermercado más cercano.
Queríamos haber probado todos pero no nos ha dado ni el tiempo ni el dinero, así que hemos recurrido a los expertos, y aquí están nuestras conclusiones. Vaya por delante que no ha sido fácil: para sacar una lista fidedigna habría que hacer acopio de todos los vinos a la venta en todos los lineales de supermercados de España, catarlos a ciegas (es decir, tapando la etiqueta, sin saber qué catas), y puntuarlos.
Como este humilde colaborador no tiene ni el hígado ni el tiempo suficiente para tan ortodoxo sistema, cuando el hacedor de este divertido –y no por ello falto de rigor– rincón me encargó la tarea de dar mi opinión sobre las marcas de vino que venden los supermercados, me sentí como el protagonista de la premiada novela En busca del unicornio (Planeta, 1987). El libro narra la historia de un personaje ficticio que es enviado en busca del cuerno del unicornio, que se supone aumentará la virilidad del rey Enrique IV de Castilla, llamado el Impotente (y si no la has leído, estás tardando).
Pues en este caso el personaje ficticio soy yo, el cuerno del unicornio es la lista de vinos, y el rey impotente el citado hacedor.
Impotente yo en este caso, tras decir que sí, que iba sobrado para empresa de tal magnitud, decidí tirar de los expertos, que a fin de cuentas siempre hay alguien que sabe más que tú y es muy español aprovechar estas cosas.
Y di con Joan C. Martín, sumiller valenciano, premiado y respetado según sus credenciales. Joan, además de ser un loco de esto de la cata (su forma de hablar es todo pasión) es el autor de un libro llamado Los Supervinos 2016 (Guías del lince, 2015), que además de ser un claim muy heroico, es el título de una guía de los mejores vinos de supermercado.
Había dado con mi salvador, mi unicornio. Antes de meterme de lleno en la conversación con Joan y con sus conclusiones, voy aportar mi granito de arena.
Comprar vino en supermercado a día de hoy no es cutre. Parto de este cliché. El chip cambió en 2008. Unos dicen que provocado por la crisis. Otros que fue el carnet por puntos. El caso es que el modo de consumo de vino en España giró de la hostelería a casa aquel año. Si hasta entonces el 55% del vino se consumía en restaurantes, bares, cafetería, tasca, y el resto en el hogar, aquel año cambiaron las tornas y comenzó a beberse más vino en casa.
¿La consecuencia? Que nacieron más vinotecas, tiendas especializadas, comercios de barrio especializados en vinos y, ¿cómo no?, las grandes superficies vieron negocio ante la demanda y empezaron a poner énfasis en su selección de vinos a la venta.
Desde entonces hasta hoy hemos visto cómo para comprar grandes riojas o riberas, vinos con buena relación calidad-precio, novedades, vinos que están de moda, y un largo etcétera ya no siempre hace falta recurrir a la tienda especializada porque los supermercados están al día, con sus lineales bien ordenaditos, los vinos ortodoxamente clasificados, y una más que decente variedad de marcas. Todo un lujo, la verdad.
Y ahora, al turrón. ¿Qué compras? Seguramente mi vino favorito de supermercado sea un tinto syrah australiano que venden en Lidl, de nombre Cimarosa, con tapón de rosca. Me gusta, además de porque cuesta 2,99€, porque en verano lo enfrías un poco más de lo normal y entra como la seda.
Si tengo que mojarme en una lista más fidedigna es cuando entra en escena nuestro querido sumiller Joan, que para algo se ha tirado de febrero a junio catando casi 700 vinos comprados en El Corte Inglés, Alcampo, Carrefour, Mercadona, Consum, Masymas y BonPreu, entre otros. Comprados de verdad, por Joan, con su carrito –no es broma, un meritazo– y catados día a día, de cuatro en cuatro, de diez en diez, dependiendo del tipo de vino, y puntuados del 1 al 10.
Joan me cuenta que le han sorprendido especialmente los rosados españoles y los proyectos de pequeñas bodegas; prefiere no mojarse para decir cuál le ha gustado más pero sí añade que le sorprende que “cada vez hay más variedad en los supermercados, algo que tiene que estar motivado porque el cliente la busca, y se ha dado cuenta de la gran riqueza que tenemos en España”. Y yo te pregunto a ti, consumidor: ¿te has dado cuenta o no te has dado cuenta?
Si uno coge la guía, el tinto más barato que aparece es Peñarrubia Tinto, una especial de marca blanca exclusiva de Carrefour, elaborado en Jumilla y al escandaloso precio de 1,83€. Para que te hagas una idea, por el precio de un Vega Sicilia Único tenemos vino para todo el año (o casi). Por precio, le sigue el Torre de Oria Crianza, de D.O. Utiel-Requena y a la venta en Mercadona. El primero lo he probado: está bueno, de verdad, y por ese precio da el pego donde haga falta.
Si nos vamos a los tintos mejor puntuados, ganan Clot d’Encis, de Terra Alta, a la venta en Bon Preu por 3,65€; MO Salinas, de Alicante (Eroski, El Corte, Inglés, Makro, Aleasa y La superior 5,26€); y El Castro de Valtuille, un Bierzo de 6,80€ de venta en El Corte Inglés.
En la categoría de vinos de mayor precio –y aquí también me mojo yo– destacan Tilenus Roble (Alcampo. 7,95€), Quixote Tinto Reserva (El Corte Inglés.10,41), el blanco albariñoSantiago Ruiz (en casi todos, 12,45€) y mi querido Finca Río Negro Reserva, un tinto de Guadalajara que me tiene enamorado, y que venden en el Club del Gourmet de El Corte Inglés por 13,50€.
Si lo tuyo es el rosado, el más barato de la lista es de Mercadona, se llama Castillo de Liria Rosado y cuesta poco más que un billete de metro en Madrid. El blanco mejor valorado es el mítico Marqués de Riscal Rueda Verdejo (6,65€).
Joan dice que los supermercados que más le han impactado en variedad y tipología son Alcampo y Carrefour, y que quizá aunque más corto de miscelánea pero con más apuesta sobre seguro está Mercadona. Yo, que paso por aquí, añado que a mí la vinoteca de Carrefour me parece de lo más apañada. Quizá sea por el origen francés, aunque lejos de los Carrefour de allí, donde el vino acapara casi lo que aquí en España la zona de running, acampada y cosas para cuñados cansinos.
¿Qué conclusión saca uno después de escribir esto? Primero, que claramente comprar vino en el supermercado no es síntoma ni de falta de gusto ni de nada peyorativo. Segundo, que hay que echarle huevos al plantarse delante del lineal de vinos del supermercado que sea y dejarse llevar, que seguro que te llevas más de una sorpresa el día que te salgas de tu riojita (sin faltar a Rioja, eh, que soy muy fan) de toda la vida.
Y tercero, que para el año que viene exijo al hacedor de todo esto que me de presupuesto para recorrerme todos los supermercados de España probando vinos, que para la próxima añada quiero hacerme mi propio ranking.